Crónicas Urbanas

3/07/2005

Santiago de Rojo

Muchas banderas, brazaletes, camisetas.
Pero por sobre todo muchas flores rojas sobre una alfombra humana expentante. La capital de país es hoy una paradoja. Donde cientos de veces se nego la justicia, se cerraron las puertas y se negaron las autorizaciones para que el rojo y su pasión se instalaran en los esapacios públicos, hoy se abre y se entrega sin restricción alguna para que miles de deudos nos sobresalten con el color rojo.

¿Qué hacen esos cientos de personajes urbanos de las calles marginales de nuestra ciudad a pasos de la plaza de armas?
¿Porqué cantan, gritan y enarbolan banderas saludando el paso a la muerte?

Parece que durante unas horas volvemos a los pasados cercanos de las luchas populares callejeras, del discurso utópico buscando el nuevo hombre para una nueva sociedad. Los slogans se enfrentan en gritos acusando a los poderosos, a los mismos poderososo de siempre.

Parece que estamos siendo testigos de la última de las marchas populares, de la última fiesta de expresión popular que nos recuerda que otro mundo es posible. Probablemente estemos asistiendo al cierre de una forma de vivir la política en las calles.

Y sin duda, estamos viendo como se abre una nueva puerta... que de todas formas va a ser roja.


 
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