Crónicas Urbanas

8/12/2005

Hoyos en Santiago

Estoy consternado.

De acuerdo a lo informado profusamente por los medios de comunicación, vivo en una ciudad llena de hoyos. Solo hace unos días el número de "eventos" (nuevo sinónimo de hoyos) aumentó de ocho mil a más de sesenta mil, de acuerdo a lo publicado y difundido por la prensa (ver aquí reportaje audiovisual sobre el tema). Al parecer el aumento se debió a una diferencia técnica en la metodología de medición de hoyos, lo que implica que a pesar de la proliferación de perforaciones en nuestras calles, aún no hemos desarrollado las competencias adecuadas para homologar y aplicar métricas estandarizadas a estos sucesos.

No es menor el asunto. En el diccionario general de la lengua española, se define hoyo como: “concavidad en la tierra”. Vivir en una ciudad llena de concavidades no es un privilegio, resulta probablemente un
gran riesgo.

¿Puede esta masiva invasión de concavidades en nuestra metropolitana tierra, hacernos daños? ¿Estamos ante un inminente socavamiento de nuestros cimientos? ¿Habrá seres bajo nuestros pies que emergerán aprovechando esta oportunidad?

Me preocupa el tema. Es inquietante darse cuenta de esta realidad, que a pesar de estar frente o mejor dicho, bajo de nuestras propias narices no había sido percibida con anterioridad. Pero es aún más alarmante constatar que no tenemos la capacidad ni el desarrollo tecnológico que permita conocer al detalle dónde están los hoyos, cuánto miden y qué superficie cubren de nuestro entorno inmediato. Esto es un problema mundial, he estado revisando las nuevas aplicaciones de imágenes satelitales liberadas por la Nasa y Google y me temo que tampoco contienen entre los elementos que se identifican, las riesgosas concavidades detectadas por nuestras autoridades. ¿Estamos perdidos?

No del todo. Este fenómeno conlleva ciertamente algunas oportunidades.

Si se mira desde una visión ecológica, lo que realmente está sucediendo es que la madre tierra se está revelando contra el pisoteo abusivo del hormigón y el asfalto. Qué duda nos puede caber acerca de los beneficios que tendrán para nosotros el contacto con el polvo, las piedras y el humus que ha logrado sobrevivir a esta invasión.

¿Cuántas nuevas figuras geométricas se despertarán bajos nuestros pies? Hay a nuestro alrededor una nueva colección de rombos, trapecios, paralelogramos, pentágonos que nos conectan con el conocimiento. Probablemente ni Euclides ni Pitágoras, ni el mismo Tales o Descartes podrían haber imaginado tanta variedad de cuerpos planos (y también algunos redondos) en la superficie de la tierra.

Se abren nuevas oportunidades laborales en el país. Por una parte hay un nuevo oficio en ciernes, los “cuenta hoyos”. Se trata de sujetos con educación secundaria, agudeza visual y habilidades de cálculo y geometría, certificados en el manejo de estándares internacionales respecto a formas, profundidad, diámetro y volumen de estos orificios urbanos. Estos profesionales del hoyo, serán nuestros guías e iluminarán los pasos a seguir para no caer en profundidades para las que aún no estamos preparados.

Un segundo oficio emergente es el de los “tapa hoyos”. No hay que confundir este oficio con otros rubros que caracterizan comportamientos sexuales diversos y promiscuos. No, en este caso se trata de experimentados albañiles de lo horizontal, magos de la mezcla y la innovación vial. Hombres y mujeres dispuestos a socorrer al desamparado espacio vacío generado por perforaciones arbitrarias. Ellos serán los socorristas de nuestros recorridos cotidianos.

No puedo dejar de nombrar las oportunidades deportivas que se nos vienen. Enfrentémoslo, estamos ante la masificación del golf y no nos hemos dado cuenta. Bastará con enumerar los hoyos, pintar de verdes algunas calles y tendremos cientos de niños y niñas disfrutando de este deporte que hasta ayer era de una privilegiada minoría. Basta con señalar que según la Federación Chilena de Golf, en Chile hay solamente 22 canchas medidas y evaluadas de acuerdo al u.s.g.a. Rating and Slope System”. Indudablemente estamos ante una gran oportunidad.

El gobierno tiene visión y ha considerado sin duda estas oportunidades. Los recientes anuncios de la autoridad señalan que no habrá recursos para tapar todos los hoyos detectados. Esto significa que conviviremos entre concavidades durante mucho tiempo más.

Hay que ver finalmente, la trascendencia del asunto. Asumamos que es altamente probable que todos nosotros terminemos nuestros días en algún hoyo especialmente diseñado para estos efectos.


 
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