Crónicas Urbanas

8/16/2005

Generación Digital

El pasado jueves 11 de agosto, el Portal Educar Chile y VTR entregaron los resultados del Índice de Generación Digital (IGD) elaborado por Adimark (ver nota de prensa en El Mercurio). Este estudio se realiza por segundo año y pretende "determinar la evolución en el acceso, uso, conocimiento y actitudes hacia Internet, entre niños y jóvenes chilenos".

El indicador presentado la semana pasada vuelve a tener buenas noticias para las tecnologías en educación (que se suman a las entregadas en marzo por la Encuesta de la Sociedad de la Información y los anteriores datos entregados por la encuesta de actores del CIDE y las mediciones de la CASEN). En pocas palabras: existe en Chile una cultura digital presente en las nuevas generaciones que se consolida y es la escuela la que aporta el mayor esfuerzo en disminuir la brecha entre quienes tienen acceso y quienes no lo tienen. Esto, sin duda alguna, es logro de una acertada política de incorporación de las tecnologías al sistema educativo en los últimos doce años. Pero también es una interesante señal de los cambios que están ocurriendo en nuestra cultura escolar y que representan nuevos desafíos para las políticas futuras en este campo.

Si bien el IDG pretende tener un valor cuantitativo, en mi opinión uno de sus aportes más interesantes es la caracterización que entrega de las formas de uso que los jóvenes tienen de la Internet. Al revisar los datos se determina que los jóvenes que se conectan a Internet en diferentes puntos (principalmente colegios, lugares de pago y el hogar) discriminan con claridad que usos darle a este medio según el contexto en donde se encuentran. En el establecimiento la Internet es un recurso principalmente destinado a buscar información para apoyar labores escolares, en cambio en los lugares de pago el mismo recurso tiene como principal objetivo comunicarse y jugar en línea. El hogar tiene como principal fin para los jóvenes, bajar música y videos.

Creo que esto refleja de algún modo la apropiación que las nuevas generaciones hacen de la Red, en cuanto las atribuciones de sus usos están relacionadas fundamentalmente con los significados subjetivos de los usuarios.

El tema sin duda tiene más aristas que las expuestas en el IGD. En el último tiempo se han desarrollado diferentes estudios y artículos que describen las características de la nueva generación digital. Sin el ánimo de agotar el tema con una sola caracterización, me parece que el trabajo realizado por Mark Prensky caracterizando a las nuevas generaciones como "nativos digitales" es uno de los más provocadores para quienes trabajamos en el ámbito de la educación y las tecnologías (para los que estén interesados pueden encontrar abundante literatura sobre el tema en su sitio web (en inglés) o leer el artículo que la Revista del Sábado de El Mercurio presentó el pasado sábado 17 de julio). Asumiendo que los jóvenes hoy manejan los medios digitales como herramientas transparentes para apoyar sus trabajos e investigaciones escolares, para comunicarse y jugar en línea y para "adquirir" música u otras expresiones artísticas, es imposible no hacerse las obvias preguntas acerca de las oportunidades y desafíos que tenemos los educadores. En esta área, me tocó conocer hace un tiempo atrás el trabajo de J. Paul Gee sobre los videojuegos y su potencial como herramienta para el aprendizaje, lo interesante (y casi tan provocador como Prensky) es que ha desarrollado una postura sobre el tema basado en una secuencia de estudios (ver sitio web del proyeco teems) que caracteriza estas posibilidades. Señala Gee: Los videojuegos tienen el potencial de conducir al aprendizaje activo y crítico. De hecho, creo que a menudo poseen un potencial mayor que muchas de las enseñanzas tradicionales de la escuela”. En Chile, Jaime Sánchez ha liderado varios proyectos sobre los videojuegos, que también se han preguntado sobre su valor respecto a formas tradicionales de enseñanza.

Por una parte, pareciera emerger un nuevo conjunto de "habilidades digitales" que se componen de destrezas tecnológicas, comunicacionales y/o de comportamiento social que aún no logramos describir con exactitud y que no son obviamente identificables en nuestros actuales marcos curriculares. Estas habilidades ciertamente superan la simple pero imprescindible alfabetización digital, que se desarrolla especialmente en nuestros liceos (a través de la iniciativa clase digital en base a los estándares de la ICDL). Se trata de usos avanzados y sofisticados de las tecnologías, pero por sobre todo, del desarrollo de hábitos igualmente avanzados y sofisticados que se presentan en muchos de los usuarios de estas herramientas (como ser capaces de sostener conversaciones en línea con cuatro o más personas en paralelo, sin perder el sentido y desarrollo de los mensajes).


 
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